Hay ocasiones (más de las que me gustaría sin duda) en que ciego, no consigo ver más allá de mi ombligo. Confundo las señales que alguna persona me envía, ya sea por hastío, pereza, egoísmo o cansancio; o porque es uno de esos períodos en que todo va cogido con alfileres y parece que en cualquier momento puede desmembrarse la realidad que no sabes si estás comenzando a tejer, o tan sólo anhelas que fuera de una determinada forma, confundiendo así sueños y frustración con realidad, o mejor dicho, haciéndolo todo uno.
El caso es que siempre existe una excusa para lo que hacemos, algo que justifique nuestra incapacidad de superarnos y ser capaces de trascender nuestros conflictos y, quizás, ver que hay gente no tan lejana necesitada de ayuda, lanzando señales de humo pidiendo ayuda a cualquiera que las supiera interpretar en el momento y lugar oportuno.
Esas mismas excusas y razones pierden peso en la oscuridad de la noche, en medio del profundo silencio... allí donde sólo pesa la certeza de saber que, quizás sí, hubieras podido marcar una pequeña diferencia, equilibrando la balanza de justicia cósmica regalando a alguien alguno de esos pequeñas detalles y compañía que no te cansas de pedir para ti al infinito.
Feliz año a todo el que por aquí pase!!!
1 aprendices comentan:
El hecho de no mirar más allá de tu ombligo a parte de que es grande, es un error y deja ver que ante todo eres persona que siente y padece. Te hace humano y no un heroe como a veces llegas a creer.
Asi que deja de mirarte el ombligo que para algo tienes aqui a tu hermana que lo mira por ti.
Cuqui
Publicar un comentario