MUSA MÍA

Mil vasos de llanto colmados de sal
pedí en un segundo
en la barra del bar...
aún sin tiempo y sin calmantes
mordí mis labios
como hacían los de antes,
acallando así el gemido
que naciendo en mis entrañas
dio muerte a todo lo habido
y bueno que pudiera haber.
Desgarrado así por dentro,
sumido en la oscuridad,
buceando en el tormento
de tan sólo respirar
para que algo puro entre
a renovar el aliento
de mi vencida humanidad...
Te regalé mi sonrisa,
nada más fino ni alegre.
La acompañé de caricias,
soplé ternura al ambiente,
te miré como se mira
cueste o no cueste...de frente.
Y aún me dio tiempo a mentirte,
a mentirme, a hacerme el fuerte...
a no llorar y a decirte
que pase lo que pase
estoy de suerte;
que la gente como yo
acostumbrada a la derrota,
somos carne de matadero,
jugadores de reintegro,
pánfilos sin salero...
Y que tan sólo el mero hecho
de por un rato haber gozado
de tu simple compañía,
llena más de mil vidas
rebosantes de alegría.
Por todo eso doy gracias,
y juro lo que digo
callando lo que no escribo
sigo...
¡Hasta luego musa mía!

1 aprendices comentan:

Anónimo dijo...

¡Olé! Gustome, encantome y las delicias hízome. Simplemente, genial.

Enhorabuena, Master