REGRESO...


Esto es un atardecer en una calita cerca de Carnota donde he pasado cuatro días en compañía de mis amigos.
Tiempo de descanso y reflexión...de tranquilidad y canciones.
Hubo risas, juegos y madrugones (normal pues el paquete de viaje incluía ahijada de dos años y medio y perro)... incluso pescamos un centollo (¡con caña!).
Por una parte necesitaba alejarme de todo el bullicio que es mi vida en la capital, pero por otra no conseguí alejar de mis pensamientos todos los dilemas de los que pretendía huir.
Creo que me sentó bien la escapada, aunque sólo sea por haber hallado un poco de paz. Pero vuelvo igual que me fui, quizás un poco más inestable por no haber hallado las respuestas a unas preguntas que no me quería ni plantear...
En fin, aquí concluye mi verano y mi máxima expectativa ahora, es ser capaz de estudiar y aprobar las asignaturas que me quedaron para septiembre (dos inesperadísimas por cierto).

Hoy no tengo ganas ni de lamentarme en poético formato haciendo una alegoría de mi tendencia al fracaso y patetismo; vamos, que mi regalo de hoy es esa foto que tiré a las diez de la noche... regreso a media luz, triste y en retirada, luchando contra mi ocaso.

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